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Declaración de Fe.

DECLARACIÓN DE FE

Creemos que la Biblia es la revelación escrita de Dios al hombre totalmente y de esta manera los sesenta y seis libros de la Biblia constituyen la Palabra de Dios, inspirada en todas sus partes y sin error en los manuscritos originales, escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo. Santo (1 Corintios 2:13; 2 Timoteo 3:16; Hebreos 3:7; 10:15; 1 Pedro 1:10-11). Esta es la suprema autoridad en toda materia de fe y conducta; nos guía a la salvación a través de la fe en Cristo Jesús. (2 Timoteo 3:16 | 2 Pedro 1:20-21 | Marcos 13:31 | Juan 8:31-32; 20:31 | Hechos 20:32)

Creemos que hay un solo Dios vivo y verdadero (Deuteronomio 6:4; Isaías 45:5-7; 1 Corintios 8:4), quien es un Espíritu infinito, Omnisciente (Juan.4:24), perfecto en todos sus atributos, uno en esencia, existiendo eternamente en tres personas, Padre, Hijo, y Espíritu Santo (Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; 1 Pedro 1:2), mereciendo adoración y obediencia cada uno por igual.

Creemos en Dios Padre, la primera persona de la Trinidad, Espíritu personal e infinito, perfecto en santidad, sabiduría, poder y amor, quien ordena y dispone todas las cosas de acuerdo a su propósito y gracia (Salmo 145:8-9; 1 Corintios 8:6). 

Creemos que Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad, posee todos los atributos divinos, y en estos es igual a Dios, co-substancial y coeterno con el Padre (Juan 10:30; 14:9). 

Creemos que Dios creó todas las cosas por medio de su Hijo Jesucristo, por medio de quien todas las cosas continúan existiendo y operando (Juan 1:3; Colosenses 1:15-17; Hebreos 1:2).

Creemos que en la encarnación (Dios hecho hombre), la segunda persona de la Trinidad, existiendo eternamente, aceptó todas las características esenciales del ser humano y aunque rindió las prerrogativas de la deidad no perdió en nada la naturaleza divina, y de esta manera se volvió Dios-Hombre (Filipenses 2:5-8; Colosenses 2:9). Jesucristo representa a la humanidad y deidad en una unidad indivisible (Miqueas 5:2; Juan 5:23; 14:9-10; Colosenses 2:9).

Creemos que nuestro Señor Jesucristo nació de una virgen (Isaías 7:14; Mateo 1:23,25; Lucas 1:26-35), fue concebido por el Espíritu Santo, vivió una vida sin pecado. El propósito de su encarnación fue revelar a Dios a los hombres (John 1:18; 14:8-11; 1 Cor. 1:24; Colosenses 1:15,19; Hebreos 1:3; 1 Juan 1:1-3) y llevar a cabo nuestra redención por medio del derramamiento de su sangre y de su muerte en la cruz, la cual fue expiatoria, sustitutoria, vicaria, propiciatoria y redentora (Juan 10:15; Romanos 3:24-25; 5:8; 1 Pedro 1:18-19; 2:24; 3:18; 2 Corintios 5:21; 1 Juan 1:7, 2:2). 

Jesucristo también tuvo una resurrección literal, física de entre los muertos y El ahora, después de haber ascendido, está a la diestra del Padre, en donde ahora él es nuestro mediador como abogado y Sumo Sacerdote (Mateo 28:6; Lucas 24:38-39; Hechos 2:30-31; Romanos 4:25; 8:34; Hebreos 7:25; 9:24; 1 Juan 2:1).

Creemos que el Espíritu Santo es una persona divina, eterna, no derivada, que posee todos los atributos de personalidad y deidad incluyendo intelecto (1 Corintios 2:10-13), emociones (Efesios 4:30), voluntad (1 Corintios 2:11, eternidad (Hebreos 9:14), omnipresencia (Salmo 139:7-10), omnisciencia (1 Corintios 2:10-11; Isaías 40:13- 14), omnipotencia (Romanos 15:13), y veracidad (Juan 16:13).  En todos los atributos divinos y en sustancia El es igual al Padre y al Hijo (Mateo 28:19; Hechos 5:3-4; 28:25-26; 1 Corintios 12:4-6; 2 Corintios 13:14; Jeremías 31:31-34; Hebreos 10:15-17).

Creemos que el hombre fue directa e inmediatamente creado por Dios a su imagen y semejanza, hecho varón y hembra. El hombre fue creado libre de pecado, con una naturaleza racional, con inteligencia, voluntad, emociones, determinación personal y responsabilidad moral para con Dios (Génesis 1:26-27;  2:7,15-25; Santiago 3:9).

Toda la humanidad ha caído en Adan cuando él cayó en el pecado de una buena relación con Dios. Este pecado original de Adan, como cabeza de la humanidad, fue traspasado a toda su posteridad (Rom. 5:12-19; 1 Cor. 15:21-22) por lo que nacemos en pecado (Sal. 51:5; Job 15:14). Siendo pecadores somos por naturaleza hijos de ira (Efe. 2:3), cautivos de Satanás (2 Tim. 2:26), y bajo condena de Dios (Mat. 25:41, 46; Rom. 6:23). Con una naturaleza corrupta somos opuestos a lo bueno e inclinados a todo mal que procede a pecado actual.

La salvación es un regalo gratuito de Dios, es provisto por gracia solamente, por fe solamente, por Cristo solamente y para gloria de Dios solamente. Así que la salvación es totalmente de Dios basada en la redención de Jesucristo, en el mérito de su sangre derramada y no está basada en méritos humanos u obras (Juan 1:12; Efesios 1:7; 2:8-10; 1 Pedro 1:18-19). Todo aquel que se torna de sus pecados en arrepentimiento y busca a Cristo y su muerte sustitutoria, recibe el don de la vida eterna y es declarado justo por Dios gratuitamente.

Creemos que todos los que son salvos son inmediatamente colocados por el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo, la iglesia (1 Corintios 12:12-13), esta es la novia de Cristo (2 Corintios 11:2; Efesios 5:23-32; Apocalipsis 19:7-8); la casa de Dios (1 Timoteo 3:15; Efesios 2:21-22; Hebreos 3:6; 1 Pedro 2:5); de la cual Cristo es la Cabeza (Efesios 1:22; 4: 15; Colosenses 1: 18) y Piedra angular (Efesios 2:20; 1 Pedro 2:6-7). 

Creemos que la autoridad suprema de la Iglesia es Cristo (Ezek. 34:24; 1 Corintios 11:3; Efesios 1:22; 4:15; 5:23;  Colosenses 1:18; 2:19) y que el liderazgo, dones, orden, disciplina y adoración son determinados por medio de su soberanía como se encuentra en las Escrituras. (Lev. 10:1-2; 1 Corintios 14:12, 26-40; Hebreos 12:28; 13:15-16. 

Creemos que a la iglesia local se le han dado dos ordenanzas: El Bautismo (Mateo 28:19)  y la Cena del Señor (Mateo 26:25-29; Hechos 2:38-42 ; 1 Corintios 11:23-26). El bautismo cristiano significa nuestra unión con Cristo como Salvador crucificado, sepultado y resucitado en su muerte al pecado y resurrección a una nueva vida de regeneración, con nuestros pecados lavados (Romanos 6:1-13; Col. 2:12-13; Hechos 22:16; Tito 3:5). También es un sello de tomar el nombre del trino Dios como nuestro Dios del pacto (Mateo 28:19) y comunión e identificación con el cuerpo visible de Cristo como iglesia (Hechos 2:41-42).

La Cena del Señor es la conmemoración y proclamación de su muerte hasta que Él venga, siempre debe ser precedida por una solemne evaluación personal y recibido con fe (1 Corintios 11:28-32). También creemos que, mientras los elementos de la Comunión únicamente representan el cuerpo y la sangre de Cristo, la Mesa del Señor es de hecho una comunión con el Cristo resucitado quien está presente de una manera espiritual en cada creyente, teniendo comunión con su pueblo (Juan 6:51-58;63; 1 Corintios 10:16).

La consumación de todas las cosas incluirá el retorno visible, personal y glorioso de nuestro Señor Jesucristo, la resurrección de los muertos, la transformación de aquellos que estarán en Cristo todavía vivos, el juicio tanto de justos como de injustos, y la consumación del reino de Cristo en nuevos cielos y nueva tierra. (Hechos 1:11; 1 Corintios 15:51-57; 1 Tesalonicenses 4:13-17; 2 Tesalonicenses 1:6-10; 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1).